DESPERTANDO EL TALENTO ADOLESCENTE

DESPERTANDO EL TALENTO ADOLESCENTE

En una sociedad y un momento en los que las creencias sobre nuestros jóvenes están relacionadas con conceptos como la desmotivación, la apatía o el egocentrismo, ¿cabe pensar que tienen talentos? Y un poco más allá, ¿estarían dispuestos a despertarlos?

¿Qué es el talento?

Hay muchas definiciones de lo que es el talento, todas válidas y cada una de ellas resaltando matices igualmente importantes. En muchas ocasiones, lo primero que se nos viene a la mente al hablar de talento es un genio de la música, de los toques con el balón o algún mago de los versos. Esto es muy natural debido a los cada vez más comunes programas de televisión o vídeos que suelen resaltar habilidades que no vemos habitualmente. 

Erróneamente pensamos entonces que esas habilidades solo están para unos pocos. Resulta cuanto menos curioso que vivamos enmarcados en un sistema cuya educación no potencia o aprovecha ciertas disciplinas, pero que premia y se beneficia del prestigio que luego estas le otorgan. Pero esa es otra historia.

Es importante tener en cuenta que los talentos no son o tienen por qué ser habilidades extraordinarias: la habilidad para organizarse, para comunicar, para desarrollar nuevas ideas, para autoconocerse, entre otros, también son talentos. Y es muy importante no solo tener esto claro, sino transmitírselo a nuestros jóvenes. 

El mensaje que ellos reciben continuamente es el de estudiar algo (conocimientos) en lugar de desarrollar competencias, por lo que tratan de buscar el talento en materias o ciencias concretas, en lugar de encontrarlo en sus capacidades. Si a esto le sumamos que su idea de una persona talentosa es la que canta bien o hace acrobacias, se verá condenado a no indagar más y fluir con un ritmo sociolaboral impuesto.

¿De qué forma entonces podemos contribuir entonces a impulsar el talento de nuestros adolescentes?

En primer lugar, facilitarles el autoconocimiento es esencial. Hay un “ser” ligado al “hacer” y ambos se nutren continuamente. Si no creamos la oportunidad de que expresen su ser, van a continuar ligados a tareas, y llegará el momento en que el sentido de las cosas que se hacen se desvanezca.

Es imprescindible crear espacios y oportunidades para su reflexión. Preguntas de importancia vital como ¿quién soy?, ¿qué me gusta?, ¿qué valoro en un amigo o en mi día a día? necesitan ser respondidas, o al menos formuladas para permitir la toma de consciencia.

El modo de llevarlo a cabo de forma individual en casa o en un aula es sencillo, siempre y cuando generemos un clima de no juicio y acompañamiento.

Resulta igualmente importante recordarles y transmitirles que no tienen un único talento, ni este es fijo. Las personas podemos desarrollar fortalezas diversas o en diversos campos.

Nuestras capacidades pueden tener, en principio, un componente algo innato, pero son entrenables. Además, lograr maestría o excelencia en ello no dependen de la suerte, sino de la actitud y el esfuerzo invertidos.

Otra de las recomendaciones es restar presión al futuro juvenil. Ni a los 18, ni a los 25 años a veces, están preparados para escoger rumbo laboral, especialmente si no han gozado de un buen autoconocimiento y no reconocen o identifican sus motivaciones.

En estos casos, es interesante recordarles que no escogen para toda la vida, ya que ésta da muchas vueltas y pueden cambiar de opinión más adelante. El mundo cambia a una velocidad vertiginosa y las personas no somos árboles ni mentes fijas tampoco.

En ocasiones, es mejor que disfruten de un trabajo nutricional y decidan más adelante si quieren o les interesa alguna disciplina. Lo importante siempre radicará en que ellos sepan el porqué de lo que eligen. Esta idea de restar presión nace también del caos que sufren al pensar que “va tocando” decidir. Si les sugerimos y alentamos con esa idea de “escoges, pero no es un para siempre”, acertaremos.

Para desatar talentos y habilidades pocas cosas más interesantes hay, además, que las experiencias. Que prueben actividades, que viajen (solos a poder ser), que conozcan gente, que salgan de sus entornos habituales o coqueteen con diferentes puestos de trabajo para estudiantes… todo esto les proporciona una visión de la vida diferente, algo que no siempre les da respuestas, pero sí les ofrece un autoconocimiento en acción: oportunidades para superar obstáculos, resiliencia, entrenamiento de la adaptabilidad, y muchísimo más.

Respecto a nosotros mismos, como acompañantes de todo este proceso, hay algo verdaderamente importante que recordar. No somos ellos ni sentimos o pensamos lo que ellos sienten o piensan, por lo que ponernos en una posición de no juicio, respeto y compasión será más importante para ellos que decenas de experiencias sublimes.

Les empoderará y les hará sentir que sí hay algo valioso ahí que tan solo tiene que manifestarse en algún momento. Apoyar a su persona, es acompañar su talento, porque con un contexto sano no tendrá más remedio que brotar.


Sandra Gómez Marrupe. Fundadora de Talento Adolescente.



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