Ecología y educación: la capacidad de asombro en el niño

Ecología y educación: la capacidad de asombro en el niño

La naturaleza nos rodea. Inevitablemente, cada uno de nuestros pasos en el día a día, está impregnado con su toque. El aire que respiramos, el suelo sobre el que se erigen nuestros hogares, la brisa, la luz solar, los aromas… Entonces, ¿por qué nos empeñamos en sacarla cada vez más no solo de nuestras vidas, sino de nuestros sentidos? Existe ya algo definido por psicólogos y pedagogos como inteligencia naturalista (recogida por Howard Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples), que desempeña un papel fundamental y estructurante en el desarrollo de cualquier ser humano, pero especialmente en el de aquellos más pequeños que aún están por descubrir este maravilloso mundo que nos rodea.

Los sentidos de los que la evolución ha dotado al ser humano son tremendamente complejos, implican a millones de terminaciones y conexiones nerviosas y, tristemente, se están aletargando. Tal y como dijo Rachel Carson “el mundo de los niños es fresco y nuevo y precioso, lleno de asombro y emoción”, algo que difícilmente puede proporcionar el mundo tecnológico actual en el cual nos encontramos inmersos. Ningún niño debería descubrir el mundo que le rodea a través de una pantalla de alta resolución y contraste, pues la realidad es que la propia naturaleza tiene creaciones mucho más espectaculares de lo que podemos imaginar, y que satisfarán con creces esa curiosidad innata en todo niño. Además, el contacto con la misma no solo despierta los sus sentidos por medio de una gran cantidad de estímulos de diversa índole, sino que también fomenta un sentimiento de empatía, humildad y respeto, al sentirnos parte de nuestros orígenes y aprender que compartimos este planeta con infinidad de seres vivos.

Esto no significa que los avances tecnológicos que hemos hecho hasta la fecha no deban ser tenidos en cuenta, sino simplemente que se debería reconsiderar su papel en la educación, y está en manos de educadores y padres decidir hasta qué punto pueden llegar a ser unas estupendas herramientas como complemento al aprendizaje.

Destacar por último la importancia de la sinergia entre educación y ecología: teniendo en cuenta que uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en los próximos años es el declive que sufre la naturaleza debido al cambio climático, la contaminación, la inadecuada gestión y sobreexplotación de los recursos, la pérdida de biodiversidad, etc., conviene sentar las bases del respeto y la concienciación en aquellos que serán los líderes del mañana, y esto solo se puede conseguir a través de la convivencia y el contacto con la naturaleza y el mundo que nos rodea.

“Para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él, la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos” Rachel Carson

 

Paula Solascasas. Grado en Ciencias Medio Ambientales. Activista ambiental y miembro de ONG’s que se declaran defensoras de entorno natural.



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