“Flipped Classroom” o la metodología que le da la vuelta a la clase y cambia el concepto de los “deberes para casa”.

“Flipped Classroom” o la metodología que le da la vuelta a la clase y cambia el concepto de los “deberes para casa”.

Quién no ha oído alguna vez, a la salida de un centro escolar (sobre todo si es de Primaria), aquello de “Papá/Mamá, es que tengo muchísimos deberes hoy.. qué lata..” y acto seguido al progenitor comentar en un tono fastidiado “pues hoy no te quedas hasta la hora de la cena haciendo deberes, desde luego…”. Entre los profesores españoles, hay defensores y detractores de la tarea en casa, y profesionales que toman la siempre cauta postura “del justo medio”: atosigar a los chavales con deberes no es la solución, pero algo deben hacer en casa para desarrollar buenos hábitos de trabajo individual y responsabilizarse de modo autónomo de sus tareas.

No es mi intención posicionarme en uno u otro sentido desde este artículo, pero lo que sí está claro es que el debate social por el tema de “los deberes para casa” está a la orden del día. En el año 2011, por ejemplo,  el departamento de Educación del Gobierno de Navarra presentó un informe sobre este asunto, describiendo la situación del momento, con posturas a favor y en contra de los deberes, que remitió al Consejo Escolar de Navarra para que sus miembros hicieran aportaciones, lo debatieran y aprobaran. La Administración educativa respondía de este modo a la petición que previamente había hecho el Defensor del Pueblo navarro, Javier Enériz, ante las quejas de un grupo de padres que se lamentaban de falta de tiempo de ocio con sus hijos por el tiempo que dedicaban a ayudar a sus hijos a estudiar. El informe se llevó al Parlamento Foral, pero se desestimaron sus resultados al considerar que eran pocas las fuentes para el estudio.

En estos últimos dos años la polémica se ha avivado, sobre todo aplicada a los alumnos de Primaria. En el país vecino, Francia, surge en el 2012 una iniciativa de la Federación de Consejos de Padres de Alumnos de Francia (FCPE), que se declaró durante 15 días en «huelga de deberes» por su oposición a la carga excesiva de tareas que los niños llevaban a casa.  Algunas asociaciones españolas de AMPAS quisieron seguir su ejemplo. En Bélgica, según el Observatorio de la Infancia,  «Los países que mandan menos deberes tienen los mejores resultados» en el informe PISA. Lo que sí puedo atestiguar, porque he tenido el privilegio de verlo in situ, es que Finlandia, el nº 1 en resultados educativos según el informe PISA, apenas manda a los niños tareas para realizar en casa. En mayo de este mismo año,  un padre se dirigió a la Inspección educativa para que obligara al colegio Isidro Pondal, de Oleiros (La Coruña) a no poner tantos deberes a sus hijos, aludiendo para ello a una orden del 22 de julio de 1997 de la Xunta que prohibía los deberes en los colegios de primaria en los primeros cursos y los limitaba mucho después. Y ese padre lo consiguió….

En mi humilde opinión, el quid de la cuestión no está en el debate “deberes sí-deberes no”, sino en un problema más profundo: ¿qué está sucediendo en las aulas españolas para que los niños necesiten ampliar tanto tiempo en el hogar su ya extenuante “jornada laboral”? Muchos adultos que conozco no aceptarían de buen grado que, al acabar su día en el puesto de trabajo, el jefe les dijera: “Y ahora te llevas a casa dos horitas y media más de tarea que me tienes que traer mañana acabada”… Sé que muchos lo hacemos, incluida yo, pero desde luego no de buena gana.

Los alumnos españoles pasan de media entre 6-8 horas (a veces más…) en los centros escolares, entre el tiempo ocupado por las enseñanzas regladas y las actividades complementarias o extraescolares. ¿Y todo ese tiempo no es suficiente para asimilar todos los contenidos que el niño debe adquirir? Nuestras estadísticas de fracaso escolar parecen decir a las claras que no. Además, hay otra cuestión derivada de lo que planteamos: hay muchos padres que no se sienten capaces de ayudar debidamente a sus hijos con las tareas escolares. Se ven auténticamente desbordados y así lo manifiestan.

Parece claro, a poco que se analice, que el tiempo escolar en las aulas españolas no está bien gestionado ni aprovechado. Hay una multitud de factores que inciden en este diagnóstico: problemas actitudinales y emocionales; falta de motivación de profesores y alumnos; uso de metodologías obsoletas que no “enganchan” al chaval del siglo XXI; falta de medios y recursos para atender adecuadamente toda la diversidad en el aula, o las necesidades educativas de muchos alumnos que no “encajan” en un sistema que homogeneiza, a pesar de ponerse como objetivo teórico el respetar la unicidad de cada niño.

He reflexionado largamente sobre el problema, y obviamente no he encontrado la panacea, pero estoy convencida de que un cambio radical en la didáctica del aula, como la que plantea la metodología de “Flipped Classroom”, puede ayudar, y mucho, a resolver las cuestiones planteadas anteriormente, y de paso cambiar el concepto de los “deberes”.

Para los que no hayáis oído aún hablar de este método, es sencillo de explicar. Los “deberes” para casa consisten en visionar una serie de contenidos multimedia (normalmente, videotutoriales) con las explicaciones de los profesores sobre los contenidos a trabajar, y trasladar la praxis de los procedimientos (o sea, los ejercicios y “deberes” tradicionales) al aula. El modelo requiere idealmente que mientras los alumnos ven los videos online en casa, estén en constante comunicación con otros alumnos y/o profesores mediante debates online. Es en la clase en donde los conceptos se afianzan con la ayuda del profesor, que ejerce de coach, guía y mediador más que de “transmisor” de conocimientos. En el aula cada niño trabaja siguiendo su propio ritmo, y consigue un feedback más individualizado Si, además, el tiempo en el aula se gestiona a través del aprendizaje cooperativo, o se plantea el aprendizaje por proyectos, de aplicación de los conceptos aprendidos a la vida “real”, los alumnos se ayudan y potencian unos a otros. Los resultados mejoran en pocas semanas, os lo puedo  garantizar porque lo he puesto en práctica.

Además del uso de las nuevas tecnologías, más motivadoras para nuestros “nativos digitales”, esta metodología facilita que cada alumno siga su ritmo de comprensión. Imaginemos que soy un niño: si no entiendo este concepto de mates, o de lengua, puedo verlo online tantas veces como sea necesario, y además mis padres podrán ver al mismo tiempo la explicación, para ayudarme adecuadamente. El apoyo de las familias cuando el profesor usa la metodología es vital. Además, si por cualquier circunstancia el alumno ha tenido que faltar a la clase, no perderá la explicación del día.

Por supuesto que hay cuestiones a tener en cuenta, y habrá dificultades al comienzo, pero son tantos los puntos a favor, que os invito, si sois docentes,  a que probéis… ¿quién dijo que enseñar era fácil? Y si sois padres o alumnos, os aconsejo que os informéis y profundicéis sobre esta metodología. ¡Un saludo a todos!

Eva Teba (Dir. Pedagógica Educando)



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