Biomímesis: aprendiendo de la naturaleza

Biomímesis: aprendiendo de la naturaleza

¿Sabías que gracias al camaleón, los filamentos de algunas impresoras 3D pueden cambiar de color? ¿Que en un futuro cercano, las vacunas podrán conservarse a temperatura ambiente gracias al oso de agua? ¿O que la mantis marina contiene la receta para la creación de materiales ultra resistentes? Estos son algunos ejemplos de biomímesis, una práctica que consiste en crear diseños sostenibles inspirados en la naturaleza. 

La biomímesis, también llamada biomimética, se fundamenta en que los humanos no hemos sido los primeros en tener que enfrentarnos a retos como optimizar el espacio de una vivienda,  aislarnos del frío, o impermeabilizar una superficie. La naturaleza lleva 3.800 millones de años resolviendo estos y muchos otros problemas. Durante este periodo de tiempo, la naturaleza ha perfeccionado sus diseños. Pero, a diferencia de nosotros, lo ha hecho usando procesos químicos respetuosos con la vida, reciclando todos los materiales y garantizando unas condiciones propicias para las generaciones futuras. 

En realidad, esto es algo que conocemos desde hace mucho tiempo, sin embargo, ahora contamos con los  medios tecnológicos que hacen posible extraer estas estrategias y aplicarlas a nuestras soluciones. 

La llegada de la nueva ley de educación (LOMLOE), así como los retos que presenta el S.XXI suponen una oportunidad perfecta para  integrar la biomímesis en el aula, ya que ésta lleva intrínsecos el desarrollo sostenible, uno de los ejes transversales de la LOMLOE; el trabajo interdisciplinar, imprescindible para  la adquisición de la competencia clave STEM; y el desarrollo del pensamiento crítico y de la creatividad, habilidades que muchos autores consideran fundamentales para el S.XXI. 

Si eres profesor y te estás llevando las manos a la cabeza, puedes estar tranquilo. Incorporar la enseñanza de la biomímesis en las aulas no supone una ampliación de  contenidos, sino, más bien, un cambio de paradigma. Se trata poner el foco en aprender DE y no simplemente SOBRE la naturaleza. Concretamente, en aprender de sus formas, procesos y sistemas. Saber, por ejemplo, que la forma de las escamas del tiburón impide adherirse a las bacterias (forma); que los cuernos del rinoceronte son autorreparables (procesos); o que las ostras, además de filtrar el agua, proporcionan una superficie de sujeción a una gran variedad microorganismos (sistemas). Este último nivel adquiere una especial relevancia ya que los seres humanos tendemos a  innovar persiguiendo una determinada función sin tener en cuenta el sistema. Los paneles solares, por ejemplo, se construyen con la finalidad de capturar la energía del sol. Sin embargo, su fabricación conlleva procesos altamente contaminantes y sólo algunos  de sus materiales pueden reciclarse al final de su vida.   

En definitiva, la biomímesis brinda la oportunidad tanto a los profesores como a los alumnos de tomar consciencia de que este planeta que habitamos (con recursos finitos) da cobijo a una fuente infinita de inspiración. Y, sobre todo, la oportunidad de volver a conectarnos con la naturaleza. 

Lo importante es re-aprender que formamos parte de ella.



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